1
del cementerio se levanta un vaho de cristal
que se rompe como la piel seca de los muertos
tierra como un gran hueso quebrado
cuando caminamos sobre él
habitamos la superficie de un cráneo
cuyo centro contiene la masa ígnea del cerebro
la cabeza humana es un cementerio
2.
el gato de oro
se comió tres cuartos del pastel
preparado por la abuela del carcelero
un pastel de habas con corazones de alcaucil
devuelto por perros hambrientos
que no toleraron la dieta de un asesino
la abuela visitó a su nieto para su cumpleaños
con el gato en brazos y el pastel,
empezó a dictarle una receta
volveré con la niña del vecino
dijo al despedirse
al salir tenía las manos vacías
3.
la casa tiene diez timbres:
uno para la puerta principal
otro para la del patio que da al río
el tercero para el perro tímido desde que murieron sus cachorros
el cuarto para el vendedor de hojillas de afeitar
el quinto para el viento del invierno-aunque rara vez lo usa-
el sexto para las hormigas, cuando la casa esté sola
el séptimo para el enterrador, el día que él desee
el octavo para la entrada y salida de las prostitutas
el noveno, por encima de la puerta, para la visita de mi madre
el último no está afuera, sino del lado de adentro,
para la mañana en que la casa me permita salir
4.
el alma de los tigres está tan lejos del espíritu de un roble
como una armería se parece a un psiquiátrico
o un vendedor de pararrayos a un vendedor de plumas
el secreto está en la semejanza
con que un hombre llorando a gachas
puede confundirse con un árbol cortado
la distancia entre las cosas
es la esencia de cada objeto
así como Dios está tan lejos de su propia cara
5.
la luna cayó a veinte metros del ministerio de justicia
sobre dos hombres que estaban peleando
no se realizó ningún sumario
ni se elevó pedido de extradición
no hay fronteras para un asesino
que no tiene manos ni brazos
que no tiene ojos para mirar lo que mata
la policía levantó los cuerpos
y los depositó en la morgue
los restos de la luna fueron recogidos con palas
envueltos en bolsas negras
y llevados al basurero de la ciudad
allí descansan los esqueletos del cielo
ya no hay luces en las noches ni fuego en los hogares
la gente mira al cielo como quien mira
un pozo lleno de niños muertos
6.
he caminado por la cornisa de un edificio en llamas
las lanzas de agua de los bomberos no me alcanzaron
llegué al extremo del puente interrumpido
contemplé la ciudad habitada por caracoles gigantes
que dan vueltas en círculos sobre sí mismos
las alondras llegan en bandadas
y de a cientos levantan a cada caracol
para llevarlos a los nidos del cielo
el agua a mis pies es un mar
con cascos rojos y velas de cuero negro
donde nadan los escarabajos del cementerio
para una ciudad el fuego es una enfermedad
pero el mar es la muerte
7.
los errores de un árbol se tapan con estiércol
los errores de un santo con páginas de tinta
los crímenes humanos no son deudas
son pagos al dios de la hierba
que crece en las comisuras de los labios
y entre los pliegues de las manos
la suciedad de hongos como lagos extensos
donde nacen los dioses acuáticos
con aletas plegadas en sacras palmas
y bocas con burbujas de sangre
el error es un número cero después de la última cifra
donde cada punto tiene dos caras:
la de un feto y la de un cadáver
8.
cuando veas en el bosque
una docena de búhos cazando ratas
es porque la luna no ha salido aún
le temen y no cazan si ella los está mirando
cuando en el bosque encuentres
una docena de lobos muertos
la luna ya se ha levantado
ellos no toleran la luz de su sombra
en el bosque hay doce árboles caídos
ordenados con simetría en un prisma
porque no soportaron el tamaño del pasado
y la luna yace entre ellos
en todos los bosques del mundo
verás docenas de prismas iguales
con cadáveres de lobos en el centro
y búhos volando sobre ellos
la luna sale y se pone rodeada de polvo
desde la ciudad escucharás cada noche
los gritos de las ratas
9
en el tren
hay cien pasajeros sentados
todos hombres que miran un punto fijo
quizá la nuca del que está adelante
quizá los ojos del hombre de enfrente
no se mueven
apenas pestañean cada exactos veinte segundos
sólo sus cabellos se agitan con la brisa del otoño
que entra por las ventanillas abiertas
sus hombros se rozan en los asientos contiguos
el tren no se detiene en las estaciones
el guarda pasa a pedir boletos
sólo entonces cada pasajero levanta su mano derecha
y extrae el boleto del bolsillo izquierdo de su saco
el guarda no hace preguntas y se va en silencio
pero el tren descarrila, se inclina hacia un lado
más y más hasta que se tumba en la tierra junto a las vías
los hombres no se sujetan a nada, se dejan caer unos sobre otros
las telas prolijas se desgarran, hay sangre en las caras
los brazos se tuercen, los hierros del vagón los rodean
como serpientes con huesos fundidos en fraguas
ellos no se han resistido al deseo del tren
la voluntad de la inercia, el grávido corazón de la física
sus ojos ahora cerrados no parpadean
únicamente los cabellos se siguen moviendo
tocados por las manos blancas del viento del otoño
10
una lanza te atraviesa la cabeza
estás de espalda sobre la tierra húmeda
pero el cielo es un cielo de ciudad
hueles el estiércol
el aroma de la madura fruta caída
y de arriba llega el calor de neumáticos gastados
en tus oídos hay un umbral
por debajo del cual oyes pisadas de animales
el viento entre las ramas y el llamado del búho
pero encima te aturden las bocinas de los autos
los gritos de un hombre enojado
y el llanto de niños en un hospital
llega una ambulancia y se estaciona en el barro
pero su blancura está manchada de smog
bajará un hombre a evaluar tu condición
verá un orificio en la frente, otro en la nuca
tal vez toque el barro al levantarte la cabeza
pero también verá la sangre en el asfalto
lo que no podrá explicarse
es por qué el trayecto de la bala sigue intacto
como si algo más lo ocupase,
si el hombre de blanco te palpara la frente
con más cuidado por una vez siquiera
podría sentir con sus dedos la lanza
que atraviesa tu cabeza
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