El diablo no nos toca en el hombro, pone sus manos con desdén en la repisa.
Ilustración: Arnold Bocklin
Publicar un comentario
Una dama de calidad se enamoró con tanto frenesí de un tal señor Dodd, predicador puritano, que rogó a su marido que les permitiera usar de ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario