lunes, 28 de mayo de 2018

Entrevistas

“LA GUERRA”, EL ULTIMO LIBRO DE RICARDO CURCI 

La lucha entre la vida y la muerte, de boca de un escobarense


La actualidad del autor y traumatólogo que escribe y atiende en Escobar desde 2010. “Una cosa es recreo de la otra”, asegura. Tiene preferencia por la literatura fantástica y se inclina por darle un enfoque humanístico a sus obras.
La historia de una historia que empezó siendo un cuento, se convirtió en el borrador de una novela, y hoy ya es una realidad. Sin ir más lejos, la historia de cómo un joven que soñaba con estudiar medicina llegó también a convertirse en escritor, hallando una curiosa compatibilidad entre sus dos pasiones.
Ricardo Curci nació en Morón, pero vino a vivir a Escobar en el año 2010, cuando encontró a su media naranja y se casó. Apenas el año pasado editó su quinto libro, “La guerra”, que cuenta de las diversas aventuras de una familia separada por la erupción de un volcán, en un lugar en donde los conflictos sociales, los sucesos sobrenaturales, las cacerías y las batallas campales se dan a la orden del día. Todo esto ambientado en los albores de la civilización.
“El tema principal es la lucha entre la vida y la muerte. Es una novela de literatura fantástica en la que trabajé a lo largo de siete años, y el tema original nació diez años antes. Había escrito un cuento largo en el 91’, que es ahora el que constituye el primer capítulo de la novela”, contó Ricardo, en entrevista exclusiva para El Diario de Escobar. “A pesar de que está ubicada en una zona inventada, en cuanto a la ambientación incorporé muchos elementos de Europa Central y Europa Nórdica. Traté de hacerlo más palpable, aunque no me interesaba ser demasiado estricto en datos; mejor dejar algunas cosas libradas a la imaginación, sobre todo cuando es un texto de naturaleza fantástica”, continuó describiendo. A su vez -confesó-, en este caso la precisión histórica fue el más relegado de sus objetivos.
“La guerra” es una novela épica-fantástica con elementos sobrenaturales de drama, terror y suspenso tales como la hechicería, e incluso algunas características del género policial.
“Es entretenido porque toca tema importante como es el de la muerte. Qué hay más allá de lo que llamamos muerte, o si los muertos están realmente muertos. También habla del bien y del mal, y puede llegar a emocionar intelectualmente al lector”, finalizó el autor de este libro, que fue presentado apenas en diciembre del año pasado a través de una lectura en una librería de Escobar.


Inicios

Fueron las clásicas series de televisión de los años '60, '70 y '80 las que primero inculcaron a Ricardo su interés por las historias de ficción. El recuerdo más antiguo de su relación con la literatura se remonta a sus diez años, cuando leía cuentos y escribió sus primeros borradores. Al terminar la escuela secundaria, se metió de lleno en el taller literario de la biblioteca de Morón, para más tarde continuar aprendiendo bajo la coordinación particular del escritor Alberto Ramponelli.
“Me enseñó mucho a elegir y a distinguir la buena literatura de la mala, a ser crítico con uno mismo y con respecto a lo que se lee”, destacó, y a su vez brindó él mismo algunos consejos para quienes quisieran embarcarse en el arte de la literatura: “Tiene que haber siempre buena onda entre el alumno y el profesor, gustos comunes, capacidad de discusión para que haya desarrollo y crecimiento. Uno no va a que lo aplaudan, uno va a que lo critiquen y es necesario para que aprenda. Si les gusta escribir, hay que tener constancia y lectura. Equivocarse, corregirse y volver a hacerlo; intentarlo. En el taller me enseñaron a darle verosimilitud a lo que uno escribe. Incluso cuando sea fantástico, es algo que tiene que ser creíble. Si no lo cree uno como escritor, no lo va a creer el lector tampoco. La cuestión también es no ser ansioso como lector: en novelas que tienen mil páginas, no tratar de llegar al final para entender el argumento, sino disfrutar lo que uno está leyendo”.
Sentado cómodamente en su biblioteca repleta de libros y películas de distintos géneros, Curci confesó a El Diario de Escobar haberse sentido influenciado en sus preferencias por gran cantidad de autores como Ray Bradbury, Charles Dickens y los cuentos de Cortázar. “Me gusta lo fantástico, aunque no específicamente la ciencia ficción. Me gusta Herbert Wells, James Ballard, y todo lo que se desarrolle dentro de un contexto más humanístico o poético, no tanto científico”, expresó. También recomienda a Thomas Mann, Emily Dickinson, y John Banville entre los contemporáneos.

Otras obras del mismo autor

“La guerra” de Ricardo Curci se puede conseguir en la librería de Belén de Escobar ubicada en Ameghino 788. Asimismo, si les gustó ese libro, también pueden disfrutar de las otras obras del mismo autor: “Los casas” (2004), una serie de cuentos; “Los seres intermedios” (2007), relatos mitológicos con una particular variación; “El rostro de los monos” (2010), cuentos policiales abordados desde un punto de vista psicológico; y “Alimentar a las moscas” (2012), una selección de poesías. “Los Seres Intermedios" es una serie de cuentos relacionados con el inicio de la mecanización, con la parte anatómica –yo soy anatomista– y su relación con lo que iba a ser después la robótica”, aclaró.
Por “El rostro de los monos” fue finalista en el premio Casa de las Américas de Cuba en el año 2008, uno de los más importantes dentro de Hispanoamérica. Por el cuento “El desprendimiento” le otorgaron un galardón por parte de la Fundación Ciudad de Arena de Buenos Aires, y tiene otro reconocimiento desde España por un texto no publicado.
Además de su pasión por la escritura y lo fantástico, Ricardo Gabriel Curci es traumatólogo y atiende en un consultorio de Escobar. La relación entre su vida literaria y su profesión podrán parecer, a simple vista, dos cosas incongruentes. “No es así, porque ambas se complementan en el sentido en que uno es un recreo de lo otro, y además se van alimentando una de la otra. En los textos que escribo se filtran elementos de la medicina, como siempre ha sucedido desde el primer libro, no en el sentido de historias clínicas, de descripciones de patologías, sino como textos literarios. Me interesa que no haya una estricta rigidez de explicaciones científicas, para que lo más importante sea el elemento psicoemocional del personaje y su evolución, más que una explicación racional de lo que le sucede; y me parece que la medicina como actividad profesional se alimenta y debería alimentarse de mi actividad como escritor, para lograr dar un punto de vista diferente de las cosas, más particular, más individual”, concluyó.

RITA PEREZ
DIARIO  DE ESCOBAR, ENERO DE 2015

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