1
viento
del amanecer polar tras el sol rojo
del bosque y los fantasmas de sus hojas
mar
áspera espuma de sal
y moscas de muerte
sobre los
hombres
lluvia de piedras y
oscuridad
sin vientos
que
disipen la bruma
2
desde el faro
se vislumbran
las arcas
que frágiles veleros
traen de extraños mundos
por oscuros
presagios
habitados
en la playa
golpes de maza
romperán los goznes
y se levantará
a las caras de los hombres
la arena, el polvo
hálito de los muertos
legado del cielo
3
de Dios
el conocimiento y la verdad
pero nacen dudas
en cada pliegue del cuerpo ciego
grietas en el cielo por donde cae la lluvia
sobre tierra porosa como coágulos de barro
sangre formando figuras
que mueren antes de nacer
heridas que nunca sabrán
cómo cerrarse
4
bajo el cuello de los curas
hay
una marca
cicatriz de quienes nacieron
con el cuello cortado
donde el viento parece la voz de Dios
soplando en la garganta
esa voz resuena a veces
como ladrido de congoja
y la garganta tiene olor
de carne muerta
5
el jardín tiene un aire de inquietud
el olor de los cuartos
abandona la casa
hacia un cielo negro
comienza a llover
las ventanas están cerradas
sólo la puerta se entreabre
una cara en sombra se
asoma
los perros huelen el viento
entre las ramas
el aroma de la sangre
que manchará los troncos
cuando las hamacas
dejen de mecerse
y el niño corra entre ladridos
hacia el galpón donde lo
esperan
las manos y las hachas
6
un grano
de arena
no es un grano de arena
sino palabra
-infinita pequeñez-
de lo que representa
la luna
no es
sino conjunto
innumerable
de
polvo y arena
la luna
se deshace
entre los
dedos
7
un hombre se arrodilla
junto a un perro herido
el
cuerpo tiembla
la
carne se abre
el hombre pone una mano adentro
escarba, acaricia
(los autos pasan)
el perro
abre los ojos
gira un poco la cabeza
mira
al hombre
lame
su mano
y la cabeza cae otra vez
8
en el aire está
eso
que no puede nombrarse
en el pliegue del cuello
de un bebé dormido
grieta sin fondo
de la fruta recién cortada
oscuridad de una naranja
al ocultarse el sol
eso
que nunca tendrá un nombre
crece en el hervor de la leche
para que el niño beba
antes de morir
9
los peces se cubren con sal
pero el hombre llega
pesca y devora
mientras el sol
cae
con densidad de
plomo
sobre la piel del hombre
la
rama que se quiebra
contiene
el huevo del gusano
10
en un edificio
semilla de metal
que siembra en sus terrazas
las hélices veloces de la
mezquindad
hay un cuerpo junto a una
ventana
entramado de células
pasillos de venas
y telarañas de huesos
pero no hay olor a muerte en
las paredes
sino a saliva que gotea en las
alfombras
ha comenzado a crecer el musgo
y los insectos labran nueva
piel humana
el cuerpo abre los ojos, se
levanta
mira la ciudad desde la
ventana
parece despertar finalmente de
un sueño
mucho más largo que el de una sola
noche
se detiene frente al
escritorio
se siente limpio ahora de la
tierra y el polvo
con los que ha soñado
se sabe guarecido por el
hierro
perdonado por el
sol
11
los arquitectos hablan de vigas carcomidas
los curas dicen escuchar voces y murmullos
en la noche de las bóvedas
exterminadores llegan con gases y venenos
dos fines de semana el cementerio está cerrado
al tercero, ya nadie ve ratas entre las tumbas
pero los ruidos siguen
la
tierra y el asfalto se estremecen
la
cúpula del templo se hunde
12
con el viento
el olor del maíz
arena entre los dientes
rayos bicolores
deshechos en miles de gamas
el color del bien
el color del mal
con el viento
penetran la tierra
los susurros de Dios
que a veces exhalan
aroma a muerte
13
sobre la cara de las cuevas
bajo el cielo quemado
por los primeros fuegos
humo como palabras
que golpean rostros
surcos de sangre en la piel con sabor a lava
de la boca del hombre
nacen las piedras
14
perros muertos
arrastran almas
atadas a sus colas con un hilo
se acercan al hombre
gimen, ladran
muerden la mano que intenta acariciarlos
se acuestan con las orejas bajas
y cuando parecen dormir
el hombre
desata el hilo con la mano herida
recoge su
propia alma
los perros ya no lloran
regresan por donde han venido
15
perros muertos
llegan con las cabezas gachas
la cola entre las patas
levantan la vista
y gimen, aúllan
el hombre acaricia sus cabezas
les
arrancan las manos
se las
llevan entre los dientes
el hombre llora
grita tras
los perros
pero la ciudad ha desaparecido
el bosque
es
llanto y dolor
16
mis vecinos golpean las paredes todas las noches
no parecen personas
y aunque en las mañanas los veo salir
con su forma humana
cada noche siguen golpeando
yo no hago ruidos
ni lloro ni grito
yo canto a las voces viejas que habitan
los pasillos en la madrugada
al ascensor que arranca
y se detiene en un piso sin gente
a la puerta que se cierra
y a la mano atrapada en esa puerta
yo canto a ese vacío de lluvia
contra vidrios de domingo después del funeral
a los pájaros en las cornisas
que se quedan de noche y ya no se levantan
le canto a las voces de los niños en el sótano
bailando alrededor de una bruja
y le canto al humo y al fuego
que hoy se eleva de los cimientos
e ilumina el vasto
amplio gesto de mis vecinos
al golpear paredes y puertas
ellos también
por fin
gritando
17
los errores se siembran
un hombre camina con su azada entre los surcos del campo
sin camisa bajo el sol más ardiente
y arranca cultivos desde las raíces
no las hojas de pequeñas espinas
ni las flores que, aun bellas,
carecen de todo aroma
sino los bulbos crecidos en la humedad de la tierra
abonada con sus heces
el hombre lleva a su boca esos frutos
y son amargos
demasiado para que la sal saque provecho
tienen el sabor de su pasado
sabe que siempre habrá más creciendo allí
y regresará bajo el sol más doloroso del verano
con la azada al hombro
desnudo
y el sudor deformando sus rasgos
entonces las manos cavarán la tierra
y volverán a arrancar los frutos
antes de que alguien reconozca su cara
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