SAL EN EL SIGNO DE EROS
Ricardo horada el lenguaje que en
su pérdida regresa. El absoluto es contrario, una curva en el
sentido, continúa y carece. La herida
tan lejos de sí misma.
Es un niño que juega en el ángel con la ilusión de
la forma, su duda es certidumbre, ceniza que florece.
Hay un ojo en sus palabras donde la sombra es una
con la luz, y la tempestad es una piedra ingrávida. Ve la fuerza de un vacío
que constituye la materia, como si el
cuerpo debiera carecer de cuerpo para descubrirse. No hay más desnudo que el
que busca, y se atreve a la bestia que respira de ausencias. El filo de la
muerte con la vida.
De un silencio a un silencio, en su música, el
enigma es la sal en el signo del eros.
Gerardo
David Curiá
por
ser tú mismo endeble y admirar las moscas,
que ganan todas las batallas, perturban el
alma
y devoran el resto.”
Alberto Girri
I. Ciencia
1
conoce el hombre
el origen
el motivo de lo sin razón
en el sexo de los monos
baba de los perros
cerebro del cristo
sexo y músculos
crearon la idea
las manos
formaron el mundo
2
los ojos de la ciencia ven
un espacio vacío entre cuerpos
celestes
blancas esferas
agua oscura
suciedad de almacenes
abandonados
pero el sereno vigilante
en sueños de
madrugadas frías
sólo piensa
en el vértigo
caída
espacio
que su cuerpo ocupará
la última
noche
3
en un punto
entre la tercera vértebra
y el cerebro
empieza el dolor del conocimiento
la velocidad de la luz
rompe los muros del carbono
por eso los monos
tienen también
recuerdos de Dios
4
niños de cabezas grandes
como fondos de saco
no es el
agua
lo que deforma los cráneos
ni la
sangre del hondo
oscuro mar del no recuerdo
es el miedo
las neuronas crecen, se multiplican
se convierten
en pequeños monstruos
cuando abren los ojos
al
día en que nacieron
5
un número para el tiempo
es arbitrario como una medida
en el espacio
medir los pensamientos por su duración
es igual que tomar puñados de aire
y pesarlos
una hoja de árbol
tiene kilómetros de días
toneladas de cuerpos muertos
miles de noches húmedas
tiempoespacio
la única, misma palabra
que un hombre
-hace ya demasiado-
separó
6
el método empírico
enfrenta al sujeto con su objeto
ellos se anulan
como una silla frente a su mesa
se miran
estudian sus formas
sin tocarse ni entrar una en la otra
planos complementarios que encajan
por arbitrio de mentes
-cerebros-
que miran sin comprender
el interior del objeto
hombres como cosas
inertes masas rodeadas de piel
más impenetrables
que la piedra
7
los entomólogos aseguran
las hormigas están formando
nidos en las vértebras
las han visto punzar
la piel
y dejarse arrastrar por la sangre
con un pedacito de músculo como carga
hasta anidar en la última vértebra
luego avanzan, lentamente
algunos dicen sentir
un escozor en la espalda
un entumecimiento por la madrugada
cuando el escalpelo penetre la caja del cráneo
encontrarán a la reina
asentada en el
atlas
rodeada de
huevos
8
Charles Darwin dijo
las especies no fueron lo que son
ni serán lo que parecen
el hombre es también un animal
que habla con pensamientos
nada mencionó sobre su alma
entonces lo atacaron
con esa inmensa idea llamada Dios
lo desgarraron para devorarlo
pero los animales guardaron
sus huesos en el bosque
y después de cubrirlos con hojas secas
empezaron a gemir
aullar
como hombres asustados
9
en una constelación
alguien espera la llegada
del
profeta
en una barca arrastrada
por alientos de volcanes muertos
estrellas
pasan por tubos cóncavos
imágenes convergen
en los ojos de las ratas
que escarban la cabeza del astrónomo
roedores
asomados a telescopios
ven en el cielo
al creador del cerebro
que los
alimenta
10
la mano del simio toma la palanca
y el fuego escapa de la nave
espacio por delante, piensa
el hombre detrás
luego corta los cables
bloquea toda comunicación
él es la
Tierra
está solo y el orgullo lo exalta
los hombres se parecían tanto a mí
11
la suma de los ángulos de un cuadrado
no es igual a cuatro rectos
al resultado deberemos sumar
la cifra en la que Dios se ha
obstinado en vivir
un sitio
matemático
donde las parábolas son teoremas
quizá Pitágoras sea el
Bautista
Einstein el Mesías
sólo basta poner sus mentes
en el trayecto de una bala
obediente a la física de
Newton
para revelar su sustancia
mundos teóricos tan frágiles
como el cerebro de Dios
12
negar no es claudicar
levanto muros
por encima de mi altura
con rocas caídas del cielo
digo sí digo no
según las caras lo toleren
dentro
el sol gira para mí
como yo lo hago sobre el sol
soy
Galileo
y afirmo que el mundo
está hecho con fuego
los hombres
de leña seca
13
los tratados de anatomía
exploran el cuerpo
enterrado bajo la piel
por un dios
celoso
de la belleza
del hombre
la inteligencia del simio
en salas de disección
teólogos estudian
las vísceras de Dios
despiden formol
pero ya no sufren
14
el día de la muerte
estimula secreciones
multiplica la conexión neuronal
la velocidad de la sangre se acelera
inversamente a la duración de la vida
y en el fondo más oscuro, vacío
del
cerebro
donde una mano es aún una mano
el tallo de la angustia
sigue
creciendo
más allá del lente que se utilice
para admirarla
15
Argos ha muerto
anuncia Ulises a su hijo
luego destroza la balsa con el hacha
y construye un ataúd
para el cadáver del perro
un viejo sabio se acerca
mide el
cuerpo
hace
números en la arena
calcula el tamaño del alma
Ulises no lo mira
arroja la caja al mar
la observa hundirse lentamente
el agua inunda la playa
y
borra las cifras
su alma es el océano
dice
16
serán perdonados
los que rezan
con un billete de lotería
en la mano
comprendidos
absueltos
castigados?
es sabio quien tiene
la inteligencia de Dios
entre sus dedos
pero Dios es mudo y sordo
ni siquiera se ve a sí mismo
serán perdonados
los ignorantes
sin los guantes de la razón
ellos ven y tocan
la cara de Dios
17
la luz viene del sol
y lo sobrevive
con mensajes muertos
pero si la luz estuviera más allá
de la existencia del sol
qué la ha creado
punto lejano
impensable
para el cerebro humano
el tiempo
como un pasamanos
que se escapa a cada instante
en suelos que se filtran
y ese punto de luz sin origen
llama como el hambre
la
desesperación
ojos puestos en la nada
manos extendidas hacia el vacío
de los dedos nacen
los hombres y los viajes
18
punto de luz que se acerca
se
aleja
vibra invisible en los dedos de los hombres
acaricia las caras de los niños
al mirar el cielo una noche
en
la playa
no es viento del mar
es deseo
fundir el cuerpo en la arena
ser con la noche
un punto en las estrellas
niños remontando barriletes
hombres gritando
para alcanzar
esa constelación con nuestra cara
que vemos una vez un instante
en toda la vida
ni siquiera la certeza
de haberla visto
sólo la piedra
de la duda
19
números
unidades
del
espacio tiempo
no hay infinitud
sino desconocida cantidad de cifras
para la idea
pensamiento
sobre
Dios
jaulas
-celdas-
células formando
el concepto
la máquina
dios
universo
artificio que se rompe
cuando encerramos la memoria
en la madera que evita
la dispersión
de
nuestros huesos
1
los motores tiemblan
en los huesos
del campesino
hierro más pesado que la tierra
brillos de metal
espigas de trigo
luces de un millón de girasoles
los aviones
abren los vientres
dejan caer
fragmentos de su alma
bajo la sombra de las alas
un
hombre
en la llanura
2
un hombre se quita la ropa
se cubre el cuerpo con barro
construye un arma
imita el gruñido de las bestias
el ladrido de los perros
atisba entre los árboles
la sombra
luces de los ojos
y en el fuego que ha creado
de la nada
arroja los cadáveres
3
de los límites de la ciudad
es
imposible salir
sogas de hierro
cadenas de músculos
atraen hacia
el centro
de una fosa
rodeada por ojos de jóvenes
sedientos
con ancianos desnudos a sus
espaldas
un pozo
donde los aviones caen
y las torres se derrumban
sobre flujos humanos
acero fundido
mares de petróleo
para sepultar a los difuntos
4
Ricardo de Gloucester hacía nacer
la
ira del hombre
su corazón estaba en su giba
y no permitía que nadie lo viese de espaldas
tramaba intrigas como una diestra tejedora
y la furia surgía en respuesta
los cañones tronaban
el sudor del miedo
podía olerse más fuerte que el rocío de la mañana
los ejércitos salían al campo de batalla
entrechocaban lanzas y rompían huesos
hasta deshacerse en los fragmentos del caos
el mundo entonces era hermoso
se asemejaba a su cuerpo
5
la débil voz de Camus
extranjero en tierras de hambre
enuncia con triste sonrisa
discursos contra la guerra
frente a auditorios con armas de fuego bajo la ropa
y bisturís señalando páginas
afuera suenan los altavoces
disparos en la calle
una estudiante se acerca con voz de polen
él mastica el pan que ella le ofrece con ojos de hierro
cuerpo de hiena
él cae sobre los libros
que ya nunca escribirá
y ella huye hacia las sirenas que brotan
del último estallido
6
Yago dice a Hamlet
el alma de la mujer
es un fondo herrumbroso en el cuerpo
y su aliento huele a deliciosos
perfumes
mientras habla
detrás del frente de batalla
lady Macbeth enseña a Ofelia
a pintarse los labios con
óxido de espadas viejas
besa a Hamlet, le aconseja
lo salvarás de la locura
pero él no deja de llorar
la muerte de su padre
y Ofelia se mata en un río
que arrastra carne de soldados
7
los ejércitos llegan al desierto
las manos atadas al
sexo
los soldados gritan al morir
frotando sus armas
disparar, gemir
el general aún comanda
las
fuerzas
la lluvia de arena se mezcla
con la fuente de negros pozos
el general sabe quién es
no instrumento, sino fin
su propio sexo en el último pliegue del
pecho
8
dicen que es inhumano golpear las paredes
yo golpeo a los perros contra ellas
a mujeres y niños que aún no han nacido
y la cabeza de un hombre deforme
contra las
piedras
no digan que no soy humano
jamás arrancaría
esta roca con hiedras que crece en mi pecho
o vaciaría a puñados la cal de mi cerebro
ni arruinaría el filo de mis manos
con un material menos noble
que la carne
9
no nos gustan los verdugos
no por condenar la pena de muerte
sino la soga en el cuello
la corbata que pende de una viga
esa venda con que un día, en invierno
nos taparon los ojos
cuando pongamos la cabeza en el madero
la cuchilla zumbará
el piso se abrirá
las hachas brillarán como el sol
en los
ojos del verdugo
no hay
perdón ni lástima
apenas esa misericordia
con que intentamos excusarnos
aquel que mira el rostro de su verdugo
se mira
10
no hay leyes en la batalla
sino estigmas en la piel
proyectos a sancionar en el parlamento
hospitales que registran estas marcas
médicos hablando de doctrinas
escritas por quienes han leído de la guerra
desde altos helicópteros numerados
los soldados
aprenderán el código de la guerra
tal vez pierdan los dedos
sus brazos servirán de apoyo al fusil
y si no tienen brazos
las piernas ejercitarán el acto
abandonados por dios presidente
quizá también les corten las piernas
pero sus cabezas construirán
labios, saliva y dientes con sangre
bautizarán el instrumento del fuego
para besar el cuerpo del enemigo
matarlo con ese beso
11
el soldado se distrae
se seca el sudor con un pañuelo no reglamentario
arrugado como flor rota en el bolsillo
unos niños bajan del micro
y corren hacia los hombres
que llevan fusiles a la espalda
juguetes en las bolsas sobre sus hombros
y caramelos en las manos
el soldado ahora sonríe lánguidamente
piensa en su mujer
pero tras el volante hay un extraño
él de pronto sabe
-como si unas brujas se lo hubiesen revelado-
que el vehículo es camuflaje
del oscuro fondo que se hunde en el asfalto
levanta el arma y apunta
y en los ojos del otro ve
lo que su alma adivina
lo intuido en noches donde hasta Dios
es menos cruel que los gritos de un sargento
no se atreve a disparar
será después del estallido
-entre fragmentos de cuerpos
quemados como caramelos en fuentes de carne
cuando los funerales hayan pasado
y las noticias se pierdan en ríos de leyes
tropas avancen
redimidas por papeles fabricados
en edificios de moneda-
cuando el soldado recordará la sangre en tubos de plástico
sirenas rojas cantando desde autos blancos
pero él entonces estará seguro
que su memoria valdrá tanto
como el polvo
12
ya no hay tambores redoblando
ni cornetas que anuncien el alba o el fin de la batalla
hay toses de cigarrillos
cascos atados bajo barbillas sin barba
ellos han tenido sexo antes de la primera lección de fuego
en galpones de extensos campos de entrenamiento
largos veranos que han sido uno solo, días calurosos en
sábanas sucias
colchones finos como capas de cebollas con olor a aceite
cosméticos y lubricantes para el sexo y los fusiles
se preguntan, mirando el cielo raso, si los cañones de antaño
los habrían dejado sordos, tal vez, les responden
las órdenes del sargento y el cabo y el coronel repercuten
en los laberintos del hueso temporal que asila los
tímpanos que alguna vez escucharon la marcha fúnebre
sin saber a quién estaban llevando
a tu abuelo, escuchó decir a sus padres, a tus tíos y a tu
hermano
arrastrados no cargados en cajones de metal por aires de
fuego
aviones hércules hacia islas distantes y nunca pronunciadas
por
maestros que aprenden, al mismo tiempo que enseñan lo que
no saben, vergüenzas de escuelas en tarde de otoño, donde los
números
en los pizarrones son pequeños ángeles de sabiduría
junto al recuerdo de los tiros que llegan de las calles, los
vidrios rotos
y los gritos que anuncian epitafios y construyen lápidas en
el aire
hacia oídos vírgenes del sonido de los muertos
sordos a las sirenas que nos despiertan a las cinco de la
mañana
desnudos y bajo agua fría, obligados a levantar la carne de
los cuerpos
heridos los muslos y las manos sobre el asfalto
del patio de recreos, recordando los juegos bajo la ducha
torsos como gacelas rosadas, flamígeros brazos de pieles
blancas
y los llantos en la oscuridad, ahogados por almohadas que en
la mañana olerán
a semen y saliva
aromas que crecen cuando el grito de los cadetes se libera
en luces cegadoras y lejanos cañoneos que se acercan
aviones que estremecen la estructura de la base
no simulacro, se repite, no simulacro, metrallas y zumbidos
cargas que detonan, cuerpos mezclados entre vidrios y cemento
tierra cayendo del cielo
sobre montículos de huesos
que las bombas construyen en el barro
piadosas mensajeras
que me traen la voz
la caricia de mi padre
una larga tarde
en los pinares
junto a la playa soleada
III. Cielo/ Tierra
1
viento
del amanecer polar tras el sol rojo
del bosque y los fantasmas de sus hojas
mar
áspera espuma de sal
y moscas de muerte
sobre los
hombres
lluvia de piedras y
oscuridad
sin vientos
que
disipen la bruma
2
desde el faro
se vislumbran
las arcas
que frágiles veleros
traen de extraños mundos
por oscuros
presagios
habitados
en la playa
golpes de maza
romperán los goznes
y se levantará
a las caras de los hombres
la arena, el polvo
hálito de los muertos
legado del cielo
3
de Dios
el conocimiento y la verdad
pero nacen dudas
en cada pliegue del cuerpo ciego
grietas en el cielo por donde cae la lluvia
sobre tierra porosa como coágulos de barro
sangre formando figuras
que mueren antes de nacer
heridas que nunca sabrán
cómo cerrarse
4
bajo el cuello de los curas
hay
una marca
cicatriz de quienes nacieron
con el cuello cortado
donde el viento parece la voz de Dios
soplando en la garganta
esa voz resuena a veces
como ladrido de congoja
y la garganta tiene olor
de carne muerta
5
el jardín tiene un aire de inquietud
el olor de los cuartos
abandona la casa
hacia un cielo negro
comienza a llover
las ventanas están cerradas
sólo la puerta se entreabre
una cara en sombra se
asoma
los perros huelen el viento
entre las ramas
el aroma de la sangre
que manchará los troncos
cuando las hamacas
dejen de mecerse
y el niño corra entre ladridos
hacia el galpón donde lo
esperan
las manos y las hachas
6
un grano
de arena
no es un grano de arena
sino palabra
-infinita pequeñez-
de lo que representa
la luna
no es
sino conjunto
innumerable
de
polvo y arena
la luna
se deshace
entre los
dedos
7
un hombre se arrodilla
junto a un perro herido
el
cuerpo tiembla
la
carne se abre
el hombre pone una mano adentro
escarba, acaricia
(los autos pasan)
el perro
abre los ojos
gira un poco la cabeza
mira
al hombre
lame
su mano
y la cabeza cae otra vez
8
en el aire está
eso
que no puede nombrarse
en el pliegue del cuello
de un bebé dormido
grieta sin fondo
de la fruta recién cortada
oscuridad de una naranja
al ocultarse el sol
eso
que nunca tendrá un nombre
crece en el hervor de la leche
para que el niño beba
antes de morir
9
los peces se cubren con sal
pero el hombre llega
pesca y devora
mientras el sol
cae
con densidad de
plomo
sobre la piel del hombre
la
rama que se quiebra
contiene
el huevo del gusano
10
en un edificio
semilla de metal
que siembra en sus terrazas
las hélices veloces de la
mezquindad
hay un cuerpo junto a una
ventana
entramado de células
pasillos de venas
y telarañas de huesos
pero no hay olor a muerte en
las paredes
sino a saliva que gotea en las
alfombras
ha comenzado a crecer el musgo
y los insectos labran nueva
piel humana
el cuerpo abre los ojos, se
levanta
mira la ciudad desde la
ventana
parece despertar finalmente de
un sueño
mucho más largo que el de una sola
noche
se detiene frente al
escritorio
se siente limpio ahora de la
tierra y el polvo
con los que ha soñado
se sabe guarecido por el
hierro
perdonado por el
sol
11
los arquitectos hablan de vigas carcomidas
los curas dicen escuchar voces y murmullos
en la noche de las bóvedas
exterminadores llegan con gases y venenos
dos fines de semana el cementerio está cerrado
al tercero, ya nadie ve ratas entre las tumbas
pero los ruidos siguen
la
tierra y el asfalto se estremecen
la
cúpula del templo se hunde
12
con el viento
el olor del maíz
arena entre los dientes
rayos bicolores
deshechos en miles de gamas
el color del bien
el color del mal
con el viento
penetran la tierra
los susurros de Dios
que a veces exhalan
aroma a muerte
13
sobre la cara de las cuevas
bajo el cielo quemado
por los primeros fuegos
humo como palabras
que golpean rostros
surcos de sangre en la piel con sabor a lava
de la boca del hombre
nacen las piedras
14
perros muertos
arrastran almas
atadas a sus colas con un hilo
se acercan al hombre
gimen, ladran
muerden la mano que intenta acariciarlos
se acuestan con las orejas bajas
y cuando parecen dormir
el hombre
desata el hilo con la mano herida
recoge su
propia alma
los perros ya no lloran
regresan por donde han venido
15
perros muertos
llegan con las cabezas gachas
la cola entre las patas
levantan la vista
y gimen, aúllan
el hombre acaricia sus cabezas
les
arrancan las manos
se las
llevan entre los dientes
el hombre llora
grita tras
los perros
pero la ciudad ha desaparecido
el bosque
es
llanto y dolor
16
mis vecinos golpean las paredes todas las noches
no parecen personas
y aunque en las mañanas los veo salir
con su forma humana
cada noche siguen golpeando
yo no hago ruidos
ni lloro ni grito
yo canto a las voces viejas que habitan
los pasillos en la madrugada
al ascensor que arranca
y se detiene en un piso sin gente
a la puerta que se cierra
y a la mano atrapada en esa puerta
yo canto a ese vacío de lluvia
contra vidrios de domingo después del funeral
a los pájaros en las cornisas
que se quedan de noche y ya no se levantan
le canto a las voces de los niños en el sótano
bailando alrededor de una bruja
y le canto al humo y al fuego
que hoy se eleva de los cimientos
e ilumina el vasto
amplio gesto de mis vecinos
al golpear paredes y puertas
ellos también
por fin
gritando
17
los errores se siembran
un hombre camina con su azada entre los surcos del campo
sin camisa bajo el sol más ardiente
y arranca cultivos desde las raíces
no las hojas de pequeñas espinas
ni las flores que, aun bellas,
carecen de todo aroma
sino los bulbos crecidos en la humedad de la tierra
abonada con sus heces
el hombre lleva a su boca esos frutos
y son amargos
demasiado para que la sal saque provecho
tienen el sabor de su pasado
sabe que siempre habrá más creciendo allí
y regresará bajo el sol más doloroso del verano
con la azada al hombro
desnudo
y el sudor deformando sus rasgos
entonces las manos cavarán la tierra
y volverán a arrancar los frutos
antes de que alguien reconozca su cara
IV. Hombre/ Mujer
1
aire helado
que manos tibias
piernas y muslos
antiguos
de mujeres
han provocado
esparcido por el mundo
2
un fauno
macho
cabrío
habla a las mujeres
como si lamiese sus senos
ellas lo miran
cautelosas
se preguntan si esos labios
han
besado antes
el
sexo de los dioses
3
el martillo cuelga de la pared
apoya un clavo sobre
el hueso frontal del cráneo
ve cómo brotan los pensamientos
la semilla materna
habla
con el dolor de las espinas
4
con ayuda del opio
conduzco a los hombres a tu cuerpo
yo, que sólo tengo
una vena perforada de heroína
llevo hombres a tu cuerpo
para que me hablen del sabor
de tus seis labios
dos
para el cigarrillo
cuatro
para el sexo
sin más que cocaína en la saliva
escucho los gemidos en las bocas de esos hombres
fuentes de morfina
que usás para olvidarme
5
como al caer
de un tren en movimiento
pueden
perderse las piernas
y
el recuerdo del alma
en el noveno mes
del embarazo de tu madre
pierdes
el alma
aunque ganes un cuerpo
6
la niña camina
entre ladridos de perros viejos
y manchas de sangre en los árboles
la esperan ventanas y puertas abiertas
ella piensa en las hachas del galpón
en las heridas que gritan como bisagras oxidadas
aplasta ciruelas entre sus manos
y se limpia en las caderas
ella camina hacia la casa
al abrazo vertical entre los muslos
7
dicen que las mujeres tienen más fuerza que los hombres
levantan autos si sus hijos son aplastados
detienen proyectiles en la calle o en la guerra
pero son sólo sueños
las mujeres no mienten
con las palabras mezquinas de los hombres
ellas lastiman si deben hacerlo
sus ojos son luces que miran
ese horizonte lánguido
y dulcificado por temores inciertos
tienen miedo
por eso no conocen la piedad
lo que saben del pasado
las asusta como si viesen el futuro
las mujeres se niegan a decir
a los hombres y a sus hijos
qué hay más allá de la ignorancia
eso es piedad, quizá
pero también orgullo y egoísmo
fragmentos arrancados al amor
8
un hombre es de carne
devora huesos para alimentar un
cuerpo que se expande
sus hijos son de carne con pieles de
sal de infancia
cuerpos que nacen del mar goteando
agua y espuma
arena arrebatada por el viento
que los cubre como gusanos
el hombre no comprende el futuro
añora el pasado y ama el pensamiento
es capaz de matar
-sabe que todo es carne-
para conservar a las mujeres y sus
cuerpos
a los niños en un puño que se abre
con los olores de un muelle:
sal y sangre
un hombre adora todo esto
tanto como alaba a Dios
por morir atravesado con clavos
9
mujer que se esconde en palabras sobre
la mesa de la cocina
entre reproducciones de cuadros del
barroco
tejiendo, hablando, mirando sorteos de
viajes al caribe
ella viaja a la luna en sus sueños de
corazones de cristo
en fúnebres retazos de iglesias arrancadas
domingo por medio
sube y baja las escaleras que
retumban en sus piernas
con remedios para el reuma, la
depresión
el arbitraje de un psicólogo para sus
peleas maritales
mortales, inconclusas antes y después
de su creación
vidas pasadas de próximos años
a los cuarenta lo que empezó a los
treinta
a los sesenta lo que descubrió a los
cuarenta
apología en el sinrazón vestigio del
sentimiento
camuflarse con congojas y lágrimas ya
no es útil
ni los ojos nublados o el alcohol o
las drogas que intentaron
mantener esbelto un cuerpo que se
escapa de las manos
de la voluntad y los designios de las
otras caras
hijos que no son proyectos ni partes
del propio cuerpo
desconocidos miembros surgidos un año
ya olvidado
nadie recuerda las caras si no es por
fotos bajo vidrios de una mesa
encontrar razones de peso para
continuar cargando
fardos y bolsas de semillas,
alimentos desde mercados
hacia cocinas y sartenes que repiten
la misma preparación
cada día en que el sol se levanta al
ritmo de las persianas
cremas dentales con sabores
diferentes, eso es algo, por lo menos
el sabor a menta y luego también el
café
calurosos días de verano, mañana con
lluvias y humedad
transpiración en la cama y dolores
nocturnos
al final de todo el cansancio, resentimiento
y por encima la vital sensación del
miedo
que impulsa a abrir los párpados con
renovada fuerza
el miedo a terminar odiando lo que
habíamos amado
1
qué ratifica el sentido
de una noche de invierno
bajo un pino congelado
qué cruje qué silba qué cae
para indicar un movimiento
más allá aún del miedo más temido
está la calma viscosa
sin pausa
pero esa nada rectifica sus señales
como quien articula sílabas contra un vendaval
cornejas que cantan al caer la noche
peces saltando en el lago
cuando los pescadores retiran las cañas
y los motores escupen polvo y despedidas
de los labios que te pronuncian
surge el día después de la noche
del silencio nace el sudor de dioses
para crear mundos desde la calma de los pozos
que arrastran tiempo y sitios perdidos
cadáveres colgando con el viento que los mece
así como se mece el vacío de un ánfora
después de su ruptura
el cuerpo es materia, luego larvas
y más tarde tierra que otro hombre traga cuando nace
el aire es agua
es nada si se mira, es todo si se exhala
cuerpo que alguien llevará hasta el límite exacto
donde no existe el sonido de la palabra
ni el consuelo de pronunciarla
2
hay varias formas de entender
el ladrido de un perro:
su origen, instinto primordial
llegado de esferas, planos ancestrales
desde bosques ocultos tras siglos de polvo
su intensidad, fuerza
que acredita el grado de estima a quien ladra
o la furia, la muerte en su boca
símil quebradizo de la alta noche de los polos
aliento de cortezas húmedas
viento del desierto donde aúllan
los abuelos del perro antes manso
que hoy invade la casa con patas embarradas
y sangre en los colmillos
su tono, plañidero
como campanadas entre hojas secas
engañando a su presa:
su dueño acorralado entre las piedras y el arroyo
frente al perro que crió, alimentó
acarició sobre las mantas de su cama
el animal que no lo reconoce
o tal vez sí
por eso gruñe y ladra
como único
último signo de piedad
3
el que habla más de lo que sus acciones dicen
se expone al escarnio de los profetas de la vida
noches ávidas de movimiento
días habitados de manos con gestos
corriendo de un cuarto al otro del edificio del mundo
el que habla menos de lo que actúa
se expone al escarnio de los defensores del discurso
creadores de ideas, esquemas encuadrados en paráfrasis
luego hipótesis, dogmas finales
incorruptibles, indemnes a la comprobación o al error
pero ambas posiciones niegan
del pensamiento su origen
que nace y muere antes del sonido
qué es, sino, eso que llega en noches insomnes
extraño y sin sentido, apenas perceptible
como un chirrido o un roce en los oídos
cuando miramos la luna el último día de diciembre
4
el que habla como un niño
preserva el origen de la primera palabra:
el llanto del viejo antes de la muerte
el grito del hombre después de matar
esquemas invertidos como la superficie de un lago
peleando por ganar la mente del hombre
que inventa signos para objetos
llovidos del cielo o surgidos de la tierra
no las manos ni el pensamiento
sino algo primordial
escurridizo como las moscas del instinto
y tan solitario como un dios que ha olvidado
su propio nombre
5
palabras como piedras en oídos vírgenes
aceite hirviendo al fuego de batallas-discursos
escuchar y mover los ojos hacia quienes dicen
sentencian, declaman
perpetran crímenes verbales
se levantan del lecho de la muerte
y continúan hablando
miran por las ventanas mientras siguen el camino de la calle
palabras que cantan himnos de verbos
como hojas perdidas de la bolsa de un jardinero
y arrastradas por el tiempo hecho tormenta de verano
olvidado el estío al otoño siguiente
estaciones que el mismo Dios tiende a olvidar
el silencio es la primavera de las palabras
viento fresco que obliga a cerrar la ventana
para que las ideas no se borren
silencio es palabra al fin
muda, murmurada quizá
escrita con los dedos
en el polvo del ruido
6
la sombra de las cosas entre los cuerpos
maniobras de la luz sobre la superficie de las cosas
como el dolor de una piedra contra la frente
letras encadenadas que construyen
amplios edificios de pisos vacíos
donde un único portero
repite siempre la misma palabra
el lenguaje como un arma blanca
que corta los tendones de la realidad
y cose a su gusto las cuerdas
de un nuevo juicio
7
las cosas reclaman sus nombres
se esfuman sin una mirada
los sentidos las forman
el pensamiento les da significado
procrean familias de miembros sumisos
o se rebelan a la mano del hombre
-así como el hombre a veces se niega a su Dios-
pero las cosas tienen miedo
abrazan al hacedor
saben que al morir su padre
la materia que sobrevive es alimento del tiempo
y sus nombres sustancia para el olvido
8
quién puede decir que el sentimiento
sea algo más que una palabra creciendo bajo la piel
en sinapsis que llevan conceptos
hacia terminaciones nerviosas de mejillas y bocas
donde nacen frases de amor exhalado con el aroma de la menta
o de odio con
aliento amoniacal
y la respuesta del otro provoca más sinapsis
nuevas digresiones del sentimiento explorado
que claman como una radio encendida y abandonada
en un cuarto con objetos cubiertos de polvo
quién dice que el corazón humano
no es más que un libro abierto desde su lomo
de las
arterias rotas
las palabras fluyen como sangre
9
cuando hablamos del orden y del caos
de cuál de los dos surgió primero
olvidamos considerar que el músculo
-partes blandas de cambio constante
células que nacen y mueren en órdenes aleatorios-
rodea al casi eterno hueso
a veces ese centro se expande
e incorpora elementos del caos
se comporta como un cazador de niños
que crecen en su nueva inmovilidad
hombres viejos atrapados en el tiempo
el orden es sólo un tiempo de aparente calma
doloroso como todo lo que nace del antiguo hueso
aire frío soplando en los pasillos
10
el revés de las cosas
entraña su contrario
y el inverso es a veces el derecho:
el
mundo es un círculo con un radio
que ocupa
poco más de tres partes de su perímetro
más un
resto, residuo algebraico o error del pensamiento
cuyo
número infinito es una grieta en la esfera
por la
cual penetra lo arbitrario
juego
de espejos libre de la lógica
principio de destrucción
contrario al orden
de las cosas
1
alguien dijo -tal vez el dios que nos creó-
que hay más cosas en el cielo y en la tierra
de lo que podemos imaginar
morir, dormir, soñar incluso
son privilegios que la carne
no siempre puede recibir
ni mucho menos sabe utilizar
los gusanos del pensamiento
enturbian la mirada del que quiere ver
cuando el mar retrocede
y quedan los esqueletos de las palabras
a las que el poeta dios
no logra limpiar del dolor
ni siquiera de la pena
detrás de cada letra
vive un león con hambre insaciable
y no está loco
tiene la crueldad de la cordura
2
ella sabe que la amé
más que a mi madre, más aún que a mi padre
era mi hermana
mi mano izquierda
mi ojo derecho
los olivos sobre el río
debió entrar al convento el día que se lo pedí
ahora está rodeada de aguas que caen como voces vírgenes
para siempre perdida en mi pensamiento
porque ella se va
Ofelia desaparece del recuerdo
-a pesar de que el tiempo aquí pasa tan lentamente-
y el amor ya no es lo que era
dolor y éxtasis
es veneno
primero dulce, después sin sabor
y sin belleza
3
todo muere
hasta la corona de mi padre
se va perdiendo en la tierra
pero es el mar y son las olas
que carcomen el metal precioso de su arquitectura
armazón de su alma
yo, su hijo Hamlet,
soy un gusano comiendo de su carne
así como él bebió la sangre de los invasores
soy la uña que perdió en la batalla
y el polvo en sus cabellos
la mosca posada en su corona
al recorrer el campo de los muertos
pero no le digas nada, Horacio,
padre sabe que lo extraño
como quien espera que su mano perdida
vuelva a nacer
yo tuve arañas en custodia
borregos tristes, perros que me mordieron
y ni siquiera pude conservar
sin hijos el amor del hombre se anula
un número cero fabricado con pajas
4
dile a Yorick
cuando mueras y lo veas en el cielo
-yo estoy en los infiernos con el nuevo rey-
que extraño su cara de maquillaje
su sonrisa extraviada
el día que tomó mi cuello con sus manos
y preguntó: ¿tienes miedo de morir?
dile que ignore las palabras del sepulturero
su cráneo descansará frente al espejo de mi reina
para que ella vea cómo acabará
mientras se coloca polvos sobre polvos
y no reirá entonces
pero yo escucharé aún entre las voces de mi culpa
la hermosa, terrible risa
de Yorick el bufón
burlándose de la tragedia de la vida
5
los hijos somos tallos ciegos
de grandes muelles que combaten olas
un día tendremos que beber la misma sal
y mirarnos en el espejo del padre
su cuerpo tiene también la estructura de los gusanos
si la voluntad a veces produce arañas
y es un líquido maloliente bajo cáscaras de piel
como el sexo que se oculta por vergüenza
sentarse frente a las olas para armar con el pensamiento
aquella que vendrá a buscarnos
es tal vez mejor que morir por una espada
antes de los treinta años
sin saber qué es un hijo
ni cómo besar las mejillas de un muerto
6
matamos con diferentes significados
se perdonan las ofensas contra los viles
pero se condenan contra los fieles
enterramos la daga en la carne
olemos el aroma de los dientes del que muere
y no nos abandona hasta que juntos
exhalamos el aliento en la cara
del siguiente en la cadena
salir a pelear
con gritos de furia como graznidos de pájaros
que se retuercen en las manos del cazador
no es lo mismo que la ira
que carcome el alma de los cobardes
sepultureros y muertos
se dividen el mundo
7
qué es un nombre
tengo el sonido de mi padre por emblema
pero no su cabeza y barba
los ojos celestes en la noble cara
último rey que nació sin penas
y se casó con el ave que perturba los sueños
un nombre puede convertirse en carroña
cuando el sepulturero lo pronuncia
oler a heces si quien lo lleva lo ha robado
-un regalo deja de serlo cuando no se merece-
y es un cachorro de voluntad idiota
el nombre se hace blanco de dardos de iniquidad
en las manos de la historia
y ya no vale siquiera
el pequeño dolor mental
del esfuerzo por recordarlo
8
las olas son almas en pena
golpeando la costa
donde buscamos huesos
que expliquen los cantos nocturnos
las olas estallan, se deshacen
luego regresan para volver a formarse
pero las gotas en las piedras de las torres
se juntan y crean seres de carne
hablan, eso es lo peor
uno puede soportar la propia voz
pero no esa voz convertida en muertos
que regresan para darnos más trabajo:
el nuestro y el que ellos no pudieron hacer
9
no te dedicaré una carta, madre
sólo un epitafio y el olvido
arrepentimiento y veneno
en copas que no supieron evitar
la muerte del reino
echa atrás el tiempo
revierte el silencio mortal de las espadas
tu boca
úlcera donde se hunden
los dedos pétreos de hombres de tu lecho
sobrevuelas
como ave de presa
dando consejos para matar
el recuerdo de mi padre
pero hay cosas
que no puedes arrancar del cuerpo de un hombre
mota de polvo y mancha que no se borra
un último vestigio del orgullo
10
es curioso cómo uno hace víctimas
a quienes no desea convertir en tales
o quizá la pequeña sombra oculta
husmea el olor de los entrometidos
no pediré perdón, querido Polonio, por tu muerte
mi remordimiento se paga
con la locura de la hermosa Ofelia
padres y madres
titiriteros escritores
de nuestros actos
a veces me pregunto
si no sería mejor matarlos
apenas nacemos
el dolor de su ausencia
sería más soportable que el rencor
11
Rosencratz y Guilderstein ya no existen
los he entregado a la boca del mar
decían ser mis amigos
pero eran huecos corrompidos en los huesos del reino
vi sus ojos cuando se acercaron
sus sonrisas diciendo
todo está bien no te preocupes
no hay dolor si son las manos de un
amigo las que matan
quién pondrá las manos en el fuego por otro hombre
en este reino donde las barbas
son máscaras sobre caras muertas
mira a tus perros, Horacio,
te morderán si los lastimas
pero se arrojarán al fuego, si eso ordenas
12
los soldados batallan
yo esgrimo estrofas sobre fantasmas
hombres mueren entre espadas
yo hablo de amores que se pudren
el fuego de la guerra estalla
el mundo se deshace en tierra y lluvia
los cadáveres crecen como heces de perros viejos
yo simulo y juego en la locura
crío gusanos en mi alma
escarbo en los huesos de mi padre
algo huele a podredumbre
tal vez sea el cuerpo de Ofelia
servido en una mesa
al alcance de nuestros picos
mientras llegan las voces y el aroma
de los hombres que pelean en los campos
ese olor virgen de los árboles muertos
13
lo que mal empieza
no puede terminar bien, mi querido Horacio
sé que estas cartas pesan
y te he abrumado con mi dolor
déjame darte a cambio un abrazo y un beso en la mejilla
que tu pecho toque el mío
y las fanfarrias de tus rezos caigan
como perros salvajes sobre el olvido
eres el hombre que enlazará los tiempos con sus manos
las paredes caerán
los campos seguirán llenándose de muertos
pero la memoria
siempre es más persistente que las ratas
1
el hilo de Teseo es delgado
como la convicción humana
cuando se rompe
la bestia escucha los jadeos temerosos
gruñe y se lame satisfecha
el hombre está solo
los gritos de su amada alimentan el barro
en las paredes de la noche de piedra
cielo vacío con estrellas de hielo
en cada recodo lo espera la bestia
sabe que aunque logre matarlo
no volverá a casa
paradoja que no se explica
él, que tanta fe tuvo en su fuerza
como un río
el laberinto lo arrastrará con su pesadumbre
hacia el centro, negro pozo con dientes
boca que siempre avanza
por más que no se mueva
2
una ser que nació deforme
caminó entre bellos hombres del campo
lo amenazaron con hachas y azadas
perros ladraron en las calles
niños lo apedrearon en un coro de insultos
jueces lo encerraron y azotaron
no sin castigo puede alguien
pasear su cara muerta
vio el cráneo bajo la piel
en los rostros de quienes le hablaron con alientos hoscos
el horror de los resucitados cada mañana por el sol
entonces la criatura
fue alterando más sus formas
fue así que adquirió su cuerpo definitivo
y se escondió en sótanos como laberintos
donde murmura el nombre
que la madre no supo darle
por no hallar ninguno similar a su espanto
3
Teseo escucha los pasos del Minotauro
y en las paredes de barro cava con sus manos
cuando se encuentra con la piedra
se corta una pierna
-ha renunciado ya al infinito
espacio de vueltas y recodos-
y con el hueso erosiona la roca
lentamente y con desesperación
pero la pared también es de hueso
y no logra penetrar
pierna y cráneo se reconocen
Teseo se sabe ahora sustancia del laberinto
contempla su cara en las huellas de la piedra
mientras escucha los gemidos de la bestia
los ecos de su propia voz
en los recodos del cerebro
4
ella busca en su cesta de lanas
elige una entre tantas
Teseo la mira y se pregunta
por qué no eligió ella la más extensa
nada dice al verla atar el extremo en su dedo
él la besa por última vez
siente cómo el ovillo va girando
desenvolviendo el centro
donde el otro extremo espera como un perro dormido
se da vuelta una vez más
ella se parece a una araña
el olor de su piel lo acompañará
hasta confundirse con la suciedad y los cascos húmedos
el olor del Minotauro
el hilo azul sigue abriéndose
a veces se traba en las esquinas
Teseo lo desata
Vigilando cada posible movimiento de la bestia
el hilo se tensa
no lo fuerza, pero sigue adelgazándose
se hace fino como el chillido de un ahogado
flujos de viento
olor a cadáver en los pasillos
no ve sus propias manos
pero siente el anillo de lana en su dedo
y la ruptura, el corte
la muerte del lazo que ya no lo acepta
y ha decidido eliminarlo
5
cortar la cabeza del monstruo
salvar al mundo de su asedio
te perderás dice ella
no si extiendes tu mano dice él
tus cabellos son hebras de lino
que me sostendrán en la oscuridad
pero sabe que salvar al mundo
es reconstruir
lo que ella ha besado
detrás de esa cara está el secreto
en los laberintos del rostro
entrará a buscar al Minotauro
el aliento de su amada es fétido
pero la piel del sexo la redime
orificios como vastos canales sin salida
(si es la piel una barrera infranqueable
si los ojos son largos engaños
debe haber un sitio de entrada
buscar como navegan las naves
mares inciertos
construir mapas, guías
esquemas, niveles de valor, sendas firmes
hacia la boca que pronuncia la muerte
con aroma a especias)
ve y entra dice ella
el ovillo será rojo
lo sostendré en mi vientre
y él se zambulle en el vacío
como quien se baña en sangre
6
ciego al horror en la cara de la bestia
extiendo los brazos para palpar su pecho hirsuto
no miraré su rostro
el cuerpo y las ancas de un toro
no podrán conmoverme, pero sí
la triste revelación de la locura en sus ojos
aprieto su cabeza en mis manos
la giro con un golpe brusco y rápido
el monstruo no se defiende
me acaricia en la sucia cuna de su cueva
amarrado a la soledad y a la piedra
se hunde en mis brazos
más alto que yo
más pesado aún que todo el laberinto
con sus paredes muertas
la criatura cae sobre mis hombros
y exhala su gemido fértil
para sembrar remordimientos
7
en la entrada al laberinto
maté a mi amada
abrí su pecho con un hacha
y arranqué su corazón
seguí mi camino por pasillos grises de niebla
humo de pieles secas
que el Minotauro quema cada noche
caminé con el corazón en mis manos
goteando sangre para marcar el regreso
no hebras de lino
carne líquida sembrada de astillas
puntas de huesos que lastiman mis hombros y caderas
desnudo
busco el centro oscuro donde la bestia espera su alimento
no mi corazón
ni el lento crecimiento de mi especie
sino el viejo tronco humano
la cavidad siempre vacía
origen improbable del amor
ira fluyendo del caos inicial hacia el pecho ventoso del
monstruo
latido como hielo que se quiebra en torrentes de agua helada
la boca no es cálido refugio del invierno
es abismo
donde cien mujeres preñadas
contemplan a Teseo avanzar
como sacerdote en sacrificio
llevando el corazón de su madre
8
un laberinto
caja de resonancia
de voces que gritan llamados de auxilio
-algunas rezan
otras hacen silencio
y escuchan la ruptura del barro-
un laberinto no es una tumba
es tierra
sepulcro levantado frente a un espejo de tres caras:
el rostro que contempla el mundo espaldas al pasado
el ojo de Dios
sobre el hueco en el cráneo
mirando cómo el hombre
se pierde en el laberinto del cerebro
mientras camina avergonzado los pasillos
hay una sola entrada
ninguna salida que el Minotauro
pueda ofrecer con sus miembros deformes
sólo en los ojos pequeños
como largos e impenetrables corredores
hay una bella luz inalcanzable
VIII. Impresiones sobre la pena de muerte
1
cuando el cuerpo cuelga de una soga al cuello
los músculos se contraen
para evitar el desgarro del pensamiento
hilachas de ideas en que el hombre
se deshace mientras muere
pero antes el cuerpo se defiende
se crispan las manos
como uñas de gatos arañando
el aire que los verdugos respiran
en la piel del reo
las venas son flores transparentes
brillan a la luz del sol
los jueces se ofuscan
no para reírse lo hemos castigado
en la boca del ajusticiado
sigue ese gesto extraño
la garganta hecha un nudo de trapos
ahogando los gritos de la resistencia
luego la risa sin sonido
paródica mueca en una frente arrugada
y el cuerpo meciéndose con el viento
2
la guillotina brilla a la luz del mediodía
tus ojos miran el mundo detrás de tu cabeza
que sientes cortar y caer
como picotazos de pájaros carnívoros
escuchas los graznidos
y ves la sombra de sus alas alrededor del patíbulo
la voz del verdugo roe el aire que respira
y su aliento, aunque humano, no te consuela
él es más que un hombre solo
es carne y el sonido de la hoja que cae
ya estás en otra parte
en el canasto cuyo fondo nunca verás
porque es de tierra
y ambas
-tierra y guillotina-
no consienten mirar hacia atrás
3
las manos sostienen el mango del hacha
brazos anchos como el cuerpo de un niño
hombros como poleas de una máquina
y encima la cabeza encerrada en la capucha
deberás ver sólo el hacha mientras cae
sentir en la nuca el frío del invierno
no la nieve, sino el granizo de la madrugada
luego el ardor intenso
igual a miles de hormigas recorriendo tu sangre
arañas y avispas mordiendo la piel
sin que puedas llevarte una mano a la espalda
pero tu cabeza ya no te pertenece
ese grito que escuchas nace del canasto de paja
frente a lo que queda de tu cuerpo
el verdugo recogerá la cabeza
envuelta en una tela fría que no acaricia
lastima como ese único golpe de tu madre
el día que volviste a casa
después de matar por primera vez
4
ella me toma de la mano
tiene el olor de los hospitales
me acaricia con algodón el pliegue del brazo
un pinchazo con el recuerdo de la cocaína y de la infancia
te hará dormir suavemente
pero ahora duele, quema la piel
no la sangre, me corta los huesos
dioses que me miran morir desde atrás de las ventanas
quítenme el dolor de los árboles que caen
dioses de piedad que no devuelven la infancia
ella me lleva otra vez al pequeño mundo
donde no habrá inyecciones ni remedios
ni tienen significado la prevención o el castigo
todo allí es vida o es muerte
porque no existen los indescifrables
intermedios de la ley
5
sentado en la cámara de gas
las manos atadas y una venda sobre los ojos
aspirar y exhalar con lentitud
para que no haya dolor
sino un suave mecerse del alma
como tener un almohadón en la cara
ni siquiera el dulce olor puede impedir el miedo
tiemblo con el frío del viento
que recrea las formas del pasado
pero ya no temo a eso tampoco
es el futuro que no existe
la desesperada definición
del ya no soy
6
paneles con botones de alto voltaje
cables que transmiten corriente
hacia una silla común reforzada
y sentado: él
un hombre solo con venda
que habría rechazado de haber podido
porque quisiera ver algo más que oscuridad
antes de la oscuridad
sabe, le han dicho, que allá habrá sólo eso
y desea seguir viendo la luz de los tubos
parecida al de aquel cuarto
donde durmió, hizo el amor
y leyó tres libros por semana
ahora los hombres lo miran
no hay más tiempo le dicen, no hay más
escucha el ruido metálico de la perilla
aumentando el potencial en sentido horario
sólo la luz queda en la habitación de la muerte
y el olor agrio
de la carne quemada
7
los encargados parecen apóstoles de Cristo
recogen el cuerpo
lo envuelven en una bolsa negra con cierres
limpian los restos de la carne adherida a la silla
se protegen con barbijos
pero siempre sienten el aroma
que penetra en su piel a pesar de los guantes
y no es el olor de la ejecución
hay un perfume a casa vieja y paredes húmedas
de cuerpos que regresan al lugar en que nacieron
de sábanas, viscosidad de semen y sudor
cuando los encargados terminen el trabajo
se llevarán a sus camas los olores de los muertos
8
no es miedo o dolor
ni repulsión del crimen o el deber juramentado
es un sonido que apenas nos atrevemos a reconocer
mucho menos a contradecir
lo ocultamos con palabras fuertes
que suenan como truenos incesantes
y salimos a la luz porque la claridad
desbarata los intentos de la angustia
pero algo siempre cruje y se rompe y abre las rendijas
por donde salen olores disfrazados de ira
ecos que la piedad llegaría a justificar
a falta de mayor sabiduría
aunque no los jueces
ellos escuchan sus propios ecos
en las grietas de sus cuerpos bajo los trajes
en el profundo pecho hundido tras la corbata
presienten lo mismo que condenan
9
la piedad es de los hombres
la misericordia de los dioses
otorgar piedad no es conmutar sentencias
así lo entienden quienes hablan de la ley
no damos misericordia
porque no somos dioses
condenamos a muerte por la ley del talión
que jamás muere con el tiempo
es la esencia del tiempo como paso por la tierra
donde la misericordia no llega
aunque sí la piedad de un par de niños cuyos ojos han muerto
los que no ven son capaces de la lástima
los que no huelen pueden oler
el aroma del cielo
en los cuerpos de los otros
la ley tiene el filo de un cuchillo que no se gasta
10
los cirujanos bajan al cementerio
cavan como sepultureros que reviven muertos
desatan sogas de ahorcados
desentierran puñales para clavar bisturís
exploran en las cavidades del hombre
no para el futuro sino el saber
la tragedia desencadenada por la pasión de las vísceras
arterias y venas conduciendo a los gusanos
desde el día primero de la vida al último de la nada
es la sangre de tierra y el polvo de roca y madera
donde crecen las larvas que transformarán
la carne en heces
luego en tierra y en polvo
que ni siquiera el viento querrá llevarse
cirujanos y doctores
últimos sacerdotes de la ceremonia
que algunos llaman expiación y otros ley
no los abogados ni los jueces
sino los forenses verán de qué sustancia
están hechos los hombres
y el conocimiento quedará en sus mentes
tal vez en libros que nadie más leerá
porque la vida de los muertos
sólo es tolerable si se la cubre con aceites
perfumada con inciensos
y vestida con la palabra
resurrección
IX. Copperfield
1
busco lo que queda del tiempo
recortes, recuerdos, fotografías
espuma dulce color de olivo
muelles en tardes marcadas
por el deseo de que nunca llegue
el regreso a la ciudad
la insoportable idea de la vida que no se redime
sino que se pierde en lagunas con lechos arenosos
acontecimientos de la infancia
en arenas húmedas y profundas
almejas que abren sus valvas y sacan lenguas
arrastrando cuerpos hacia el entierro prematuro
dime que no sabes cómo revertir el pasado, y si lo harías
pero no hay respuestas que resistan palabras cargadas
con puntas de agujas en el viento
el recuerdo es todo menos duración
detengo el tiempo sobre tu cara, tu ropa del siglo diecinueve
la risa inconfundible de tu madre cuando naciste
tus maestros que aprendieron a lanzar palabras
en la escuela de soldados romanos, academias perpetuadas
en los templos que hoy ocupan baldíos
en ciudades habitadas por cruces, sirenas, fuegos fatuos
aquí, en este tiempo con aromas a café
y selvas escondidas bajo rampas de lisiados
yo recuerdo tus memorias en libros viejos
idílicas mujeres que no existen más que en tus ojos y
palabras
en redes de riachos-libros alimentando las semillas
que todavía viven en páginas-cielos
veredas donde la lluvia contornea la forma de tu cuerpo
invisible
la misma cocina donde el fuego quema se hiela en la noche
con el viento del mar azotando las ventanas
y las velas de fuego y tela balanceándose
avivando las brasas que iluminan a alguien sentado
con las piernas adormecidas, el cuello dolorido
maldiciendo el arte supremo de tu arte para el recuerdo y la
narración
dos mundos en esquemas:
el tuyo múltiple recreándose en líneas paralelas
el otro incomunicable como las rocas en el mar
de esas aguas vengo
del pasado leído soy una de tus células
la vertiente más insípida de la carne, ni el color de tus
ojos merezco
no tengo la fuerza
para avanzar entre olas hasta la playa
sobrevivir a tus personajes surgidos para hundirte
ahogarte, vencer tu vanidad de dios-poeta
la fuente de tinta se renueva con el agua que cae
desde el cielo-cerebro que sangra en coágulos disueltos
diapositivas que vi a los diez años, lloradas a los quince
mentidas a grandes voces cuando tuve veinte
soñadas por tanto tiempo, que parecían verdaderas
insistir, conformarse
eso es todo, creo
la felicidad es cada vez más improbable
giros de autos en las esquinas, luces de faros en las playas
risas por sobresaltos, gritos de huesos corregidos
como se corrigen las palabras trilladas
en poemas sembrados a la luz de un largo verano
porque el invierno se postergó
hasta el fin de un tiempo desconocido
en un lugar a determinar por esos seres que llamamos
hijos-personajes-dioses
sistemas divergentes que te llaman y me llaman cada noche a
la misma
antigua hora de la madrugada, un segundo largo como la
oscuridad
eso de donde llegamos: mar, agua, aire, tierra
aunque pienso que la tierra es cemento del cielo
y el mar la única bestia capaz de procrear una y otra vez
sin remordimientos, cansancio o pena
el mar puede ser frío como el futuro un día de fracaso
y la lluvia simula precariamente el dulce azote del agua
salada
la transformación del cuerpo en agua hacia el origen de la
nada
el pasado siempre a un paso tras la espalda
tan inmenso el espacio del recuerdo, colorido
brillantemente adornado por perfumes y especias
y nosotros
como simples larvas ciegas
sin manos para atraparlo
ni piernas para regresar.
2
en un bar de Buenos Aires
a principios de septiembre, la veo pasar
no sé si son mis ojos los que engañan o la lluvia
pero su cuerpo no se ha deformado por los hijos
ni sus cabellos encanecido o su frente arrugado
con las penas de un marido que nunca mereció
porque a mí sólo estaba esperando aquella tarde entre los
bosques
mientras los micros aguardaban para volver a la ciudad
sigue bellamente estatuaria, fría y angelical
como cuando yo fijé mi vista en su pelo y le di las formas
que amé
aunque ella fuese otra tras el velo oscuro de su sonrisa
sigue hermosa a pesar de mí mismo y mi ausencia
entonces pienso que las mujeres que creaste nacieron no en
tus libros
sino en la mente del primer hombre en las cuevas
bajo una montaña donde los ríos fluyen entre trinos
cantos y risas de mujeres sacudidas por estremecimientos
esperan y dosifican el flujo del macho
matizado como animal esclavo a su servicio
a veces, me parece ver horribles formas
tras esos cuerpos desnudos que enloquecen
y perturban la serena plenitud del hombre como razón y lógica
lento caminar entre senderos elegidos
(pero ellas se cubren con la locura que provocan
la perdición es hermosa como el sol del verano
enceguece, crea secreciones y lenguas
donde no hay más que hierba y tierra seca)
ahora que lo pienso, Inés existe
la bella Inés de la completa sonrisa horizontal
la fiel amiga que es la misma en el sexo y en el día a pleno
sol
está vibrando en las últimas páginas del libro mientras
señala el cielo
(si quiere hablarle a las otras, no lo sé ni puede saberlo
nadie más
la máscara de la mujer es cara incierta y triste como la de
un juez supremo
siempre importa lo que ellas piensan, lo que dicen, hacen
en el cielo de septiembre o bajo la lluvia de julio en la
vereda)
ellas aparecen de no sé qué lugar
para irse no mucho después
y decir:
dios, hombre-dios
se van sin destellos
simplemente se van.
3
cuando el maestro nos pidió escribir sobre nosotros mismos
imaginé un futuro no demasiado lejano, donde también estaba
ausente el miedo
como siempre que lo proyectado está a una distancia probable
pero incierta
no tememos lo que vendrá la próxima semana, sino lo de esta
noche
y fue así que recordé la familia que tendría, de atreverme a
ser como Copperfield
la célula que pusiste en mi mente, sobre un libro de dibujos
que todavía perduran
como esas manchas de insectos en las pantallas de televisores
y lámparas
marcas indelebles que persisten y forman la sustancia de una
casa
alguien habría dado su reino por un caballo para sobrevivir,
según recuerdo
sé que muchos darían su pasado por ese futuro nacido un día
de otoño
en un aula con ventanales al patio de recreo
disfrutando por primera vez de una tarea de repente amena
bella como un tesoro encontrado sin obligación de devolverlo
y sobre todo exceptuado de prestarlo, único, intransferible
incomprendido por otros y por eso ocultado
dos tesoros en una tarde, tal vez fuese demasiado:
la familia del futuro
el pensar como placer
mi familia de tres hijos tenía el modelo de tu rostro y ropa
decimonónica
con escenarios del siglo veinte, un televisor arrinconado y
siempre encendido
un auto y vacaciones en la playa cada verano
mucho después la pantalla se llenó de comida arrojada por
manos furiosas
paredes con papeles desprendidos y algunos huesos rotos
la soledad se asentó en la casa
y la calle fue un asordinado criterio
para medir la distancia que me separaba de lo invisible
uno se pasa las noches creando insultos
para no sentirse aislado, rechazado
sorprendido por esas calles que de pronto
deciden eliminarnos
todos me miran como si llevara en la cara los gestos de un
mono cruel
buscando víctimas en los niños y perversión en los hombres solos
lo que ven los demás no soy, o sí lo soy y no me veo
los espejos no son libros, sino charcos de agua sucia
imagen que reconocemos particularmente familiar
el pasado fiel a lo que no supimos ver
cambiada la memoria del futuro
trasformada en otra cosa
diferente al espíritu del que uno se jacta
como si fuésemos dioses porque alguna vez
hemos tocado el feliz esqueleto del origen
renacer es el objetivo
hijos que continúen no la especie
sino el hambre que nos llevará a la comunidad individual
la compartida muerte de dos universos paralelos
que nacieron el mismo día:
el mío irreparable
el otro inconcluso.
X. Kant o el laboratorio del pensamiento
1
qué es lo primero:
el golpe de unos ojos frente al frío del invierno
o el contacto de los dedos sobre un calendario roto
meses después del comienzo del año
julio muestra los iniciales deshechos de recién nacidos
ellos miran la cara de diciembre a lo lejos
pero el sol de septiembre engaña la vista
presume delicias que se funden sobre un lecho de asfalto
niños que hablan por teléfonos
portátiles
palabras que simulan el contacto de la piel
pero los pulpejos del invierno tocan las órbitas
bajo una frente blanca y ardiente de fiebre congelada
hombres que se saben separados por distancias que nadie
ni los libros o periódicos podrán remediar
o el roce de la piel de un perro o un humano
lenguas inútiles, ásperas, irritantes
la experiencia orgullosa y triste de diciembre
se parece al cadáver de enero
2
tiempo que muda las cosas de lugar
objetos movibles a razón de un ritmo
simultáneo de lo sucesivo
el tiempo no gira ni transcurre
es un fenómeno de las cosas
el niño es un viejo según quién observe
Dios es un reloj sin agujas
que nunca se detiene
adivina la hora, nos dice con su cara
donde estés parado, allí morirás
somos algo porque nuestra piel envejece
agradable síntesis del pensamiento empírico
que tiene por objeto aliviar
la pena que el alma conoce desde siempre
3
¿esta ventana de mi cuarto
está allí
o la ventana soy yo
viendo pasar los perros como mensajeros
de izquierda a derecha?
soy el vidrio que refleja un espacio
en placas negativas
que invierten el color del alma
convergiendo divergiendo
lo que se ve está dentro
lo invisible afuera
los perros pasan
viento que levanta polvo
de antiguas rocas volcánicas
perros que llevan montañas en su lomo
hacia el centro de mi alma
en la línea del horizonte
4
con un puñado de pasto entre los dedos
te preguntas:
es más eterna la hierba
que
mi cuerpo o mi alma
pero entonces ya no está el objeto de la duda
el viento dejó mi mano vacía
soy creador de lo que tocan mis dedos
el espacio de mi cráneo
es del tamaño de una nuez partida
fragmentos alineados sobre la franja del tiempo
la vida es una cosa que la razón disgrega,
como un vivisector, en conceptos y explicaciones
para cambiar la desesperación de la nada presentida
-donde las cosas son pedazos de la memoria-
por el anhelo de ver los contornos de esa nada
como un puñado de hierbas
5
el tiempo no es uno
son líneas paralelas y cruzadas
de una geometría semejante al caos
el desorden como concepto fundamental
para comprender sus reglas
cómo concebir una construcción
que no tiene las tres dimensiones
posee
a la vez
fuerza gravitacional y centrípeta
algo así
como el vacío de aire en el mar
la caída de una roca del espacio
que ha esperado
miles de años luz
ese impacto
para dividirse en fragmentos de hijos muertos
piedras de simultaneidad
sobre las que los hombres ponen la vista
tratan de introducir leyes pasadas y futuras
fórmulas que den aliento a este tiempo en que viven
no menos muerto que el pasado
6
frente al objeto
un sujeto sensible
y el entendimiento como revelador
de una lógica trascendental
conceptos que van más allá
del simple contacto entre las partes
descomposición de sus fórmulas
no para exponer en ferias
los particulares miembros de una estética
-crítica o condescendiente
contradictoria hasta el absurdo-
sino la intuición como una zona
en la que pocos entran porque es oscura
a veces árida, otras fría como hielo eterno
creando vías de acero conceptual
por donde corren trenes blancos hacia el origen
semilla del conocimiento
encerrada en un punto no retornable
el olvido entre las paredes de la sangre
7
qué es lo primero
conocimiento para atrapar las reglas físicas con los sentidos
o imaginación para intuir los objetos en el tiempo y espacio
todo fluye en una síntesis de ideas yuxtapuestas
el ojo sobre el ojo que sigue el movimiento
de una mano sobre la espalda cóncava del mundo
entendimiento
relación de juicios
conciencia comprobada en lo empírico
si la definición de un astro
crea la posibilidad de esa estrella
quizá el nombre Dios produzca al dios
8
condición necesaria para la creación del mundo
es el roce de una mano perfumada de olivo
hay más caminos enlazados en su trama
que en toda la cosmogonía imaginada por el hombre
donde las ideas vagan como vértigos en abismos conceptuales
definiciones que no dicen la angustia primordial del origen
vaciedad de edificios construidos
-con reglas estrechamente obedecidas-
sobre planos que se hunden como el barro
cómo quebrar entonces una mano perfumada
sin dejar libre la sustancia en su expresión original
esa nada que también huele a cuerpos descompuestos
9
hay quienes se molestan si alguien les dice
que fueron otros antes de ellos mismos
cómo aceptar haber sido un mendigo
un perro vagabundo
una mujer que murió de cáncer
el tiempo es un sustrato persistente
todo cambio un accidente de las formas
el chico que creímos ser
ha desaparecido para siempre
el hombre que recordamos
con ternura y cierta envidia
está sepultado hace ya tiempo
cada diez años enterramos a alguien
en un funeral a puertas cerradas
uno, solo, que mira el tiempo
como quien ve el amargo paisaje
de una guerra que comienza
10
imaginación y sueños no comprobables
refutan la idea de la realidad
el cuerpo intuitivo contrapuesto al cuerpo motor
de estas magnitudes restadas al tiempo
resulta el cero
número posible de lo absoluto
donde cada cosa es su opuesto
pero el entendimiento tolera sólo lo real
y justifica únicamente lo necesario
columna de la conciencia
plataforma de concreto
que se quiebra con el tiempo
11
conceptos sin objeto
invención de la que aun los números dudan:
tamaño del sol
espesor del alma según el polvo que la forma
la mirada del chico cuando observa al perro
que luego de morderlo corre como asesino perseguido
el rocío acumulado entre las piedras de una calle de barrio
aún al mediodía, cuando el sol refulge en pleno verano
ese olor de las cosas viejas arrumbadas en el patio
al día siguiente de la muerte de su dueño
anciano que toleró la humedad de la muerte
hasta sentir el peso de la nada entre sus dientes
lo imposible definido sin contradicción
el cero entre las grietas de lo cotidiano
vacío como el cántaro a llenar por cada uno
12
objetos vacío de concepto
el miedo tal vez
hasta que los instrumentos de la mente
logren medir la capacidad de una mano
para contar el número de metros del temor que nace
con cada nueva fórmula y edificio construido
costados como mangos de fórceps
telas de camisas de fuerza
pinzas de disector para arrancar los residuos de la muerte
en los museos de los cementerios
nombres alternativos
en los que nadie se pone de acuerdo
las cosas definidas por su sustancia
en un espacio que desaparece al borrar la mirada
el hambre como cosquilleo de los dedos
el viento como causa de fiebre corporal
esa angustia dibujada en la piel embebida de formol
que fluye y se vuelca al sacar los cuerpos de la nada
pileta virgen de conceptos y de oxígeno
13
quien oye sonidos desde su cama
en la noche de un jueves de Pascua
quizá escuche el suspiro de un hombre
muerto muchos años antes
lo mismo que el gato
al maullar
a la medianoche de un domingo
sabe que el mundo allí se termina
pero no está seguro si comenzará otra vez
dudas que nacen
como el que nace respirando certeza
de que está vivo porque antes del comienzo
ya existe la zona oscura
lo que está tras los ojos es lo que no se ve
intuido e indefinible
frágil como una taza de porcelana
rota dentro de su caja nunca abierta
14
objeto vacío sin concepto
líneas paralelas que forman un triángulo
nombres para el límite del entendimiento
al chocar con el abismo detrás de la letra
nuestra paradoja es el cuerpo
recipiente entre dos nadas
el cero antes del uno
el blanco silencio después de la palabra
15
la experiencia es madre de la ilusión
¿debo confiar en mis ojos o mis manos?
¿en lo que escuchan mis oídos?
varias veces
el silbato de un tren ha sido para mi
el grito de un hombre que cae
de la terraza de un
edificio
y he visto la silueta de un niño espástico
en la forma de un cuervo posado en el suelo
podemos saborear sangre
al beber un vaso de agua
o engendrar un hijo entre los brazos
después de vender una cuna vacía
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la muerte es un fin en sí mismo
su propio juez y su dios
decisión y designio de caminos
a nadie da cuenta de sus afectos
la muerte es un absoluto
que incluye toda posibilidad
la incertidumbre es su carácter intrínseco
porque si algo es posible
acepta también lo imposible
entonces tal vez la muerte
pueda tolerar la vida
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vi un globo flotando en el mar
toda su superficie blanca y lisa
no era posible decir qué punto
tocaba el agua en cuál momento
una simple cosa que se dejaba mecer
como si tuviese conciencia del reposo
el mar parecía conciente de su deber
y mecía a la esfera como un padre
elementos separados
indiferentes uno del otro
pero la impresión real era la de un conjunto:
esfera sobre línea recta
si todo lo simple fuera capaz de pensamiento
y todo lo que piensa sea alma indivisible
quizá el alma de la esfera
estaba agradecida con el mar
18
el corazón tiene pilares de tres clases
unos adheridos a paredes de bronce
otros con centros libres como cuerdas de guitarra
los terceros abren compuertas de sangre
pilares de una catedral gótica
con ecos en sus naves de cuatro cavidades
el prisma del corazón humano
en la arquitectura del barroco
la mesa en la que escribo
es un espacio de mis sentidos
yo soy la mesa para el que mira
el espacio está en nosotros
como ese cosmos que inventamos
para llegar a Dios en intentos fallidos
latigazos que hacen avanzar las naves
mar adentro
Castelar, junio 2002- diciembre 2006
Ilustración: Jacques Gamelin
(ISBN 978-987-26224-1-1)
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