SAL EN EL SIGNO DE EROS
Ricardo horada el lenguaje que en su pérdida regresa. El absoluto es contrario, una curva en el sentido, continúa y carece. La herida tan lejos de sí misma.
Es un niño que juega en el ángel con la ilusión de la forma, su duda es certidumbre, ceniza que florece.
Hay un ojo en sus palabras donde la sombra es una con la luz, y la tempestad es una piedra ingrávida. Ve la fuerza de un vacío que constituye la materia, como si el cuerpo debiera carecer de cuerpo para descubrirse. No hay más desnudo que el que busca, y se atreve a la bestia que respira de ausencias. El filo de la muerte con la vida.
De un silencio a un silencio, en su música, el enigma es la sal en el signo del eros.
Gerardo David Curiá
Ilustración: Stephan Moses- Roland Topor in Mûnchen
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