1
busco lo que queda del tiempo
recortes, recuerdos, fotografías
espuma dulce color de olivo
muelles en tardes marcadas
por el deseo de que nunca llegue
el regreso a la ciudad
la insoportable idea de la vida que no se redime
sino que se pierde en lagunas con lechos arenosos
acontecimientos de la infancia
en arenas húmedas y profundas
almejas que abren sus valvas y sacan lenguas
arrastrando cuerpos hacia el entierro prematuro
dime que no sabes cómo revertir el pasado, y si lo harías
pero no hay respuestas que resistan palabras cargadas
con puntas de agujas en el viento
el recuerdo es todo menos duración
detengo el tiempo sobre tu cara, tu ropa del siglo diecinueve
la risa inconfundible de tu madre cuando naciste
tus maestros que aprendieron a lanzar palabras
en la escuela de soldados romanos, academias perpetuadas
en los templos que hoy ocupan baldíos
en ciudades habitadas por cruces, sirenas, fuegos fatuos
aquí, en este tiempo con aromas a café
y selvas escondidas bajo rampas de lisiados
yo recuerdo tus memorias en libros viejos
idílicas mujeres que no existen más que en tus ojos y
palabras
en redes de riachos-libros alimentando las semillas
que todavía viven en páginas-cielos
veredas donde la lluvia contornea la forma de tu cuerpo
invisible
la misma cocina donde el fuego quema se hiela en la noche
con el viento del mar azotando las ventanas
y las velas de fuego y tela balanceándose
avivando las brasas que iluminan a alguien sentado
con las piernas adormecidas, el cuello dolorido
maldiciendo el arte supremo de tu arte para el recuerdo y la
narración
dos mundos en esquemas:
el tuyo múltiple recreándose en líneas paralelas
el otro incomunicable como las rocas en el mar
de esas aguas vengo
del pasado leído soy una de tus células
la vertiente más insípida de la carne, ni el color de tus
ojos merezco
no tengo la fuerza
para avanzar entre olas hasta la playa
sobrevivir a tus personajes surgidos para hundirte
ahogarte, vencer tu vanidad de dios-poeta
la fuente de tinta se renueva con el agua que cae
desde el cielo-cerebro que sangra en coágulos disueltos
diapositivas que vi a los diez años, lloradas a los quince
mentidas a grandes voces cuando tuve veinte
soñadas por tanto tiempo, que parecían verdaderas
insistir, conformarse
eso es todo, creo
la felicidad es cada vez más improbable
giros de autos en las esquinas, luces de faros en las playas
risas por sobresaltos, gritos de huesos corregidos
como se corrigen las palabras trilladas
en poemas sembrados a la luz de un largo verano
porque el invierno se postergó
hasta el fin de un tiempo desconocido
en un lugar a determinar por esos seres que llamamos
hijos-personajes-dioses
sistemas divergentes que te llaman y me llaman cada noche a
la misma
antigua hora de la madrugada, un segundo largo como la
oscuridad
eso de donde llegamos: mar, agua, aire, tierra
aunque pienso que la tierra es cemento del cielo
y el mar la única bestia capaz de procrear una y otra vez
sin remordimientos, cansancio o pena
el mar puede ser frío como el futuro un día de fracaso
y la lluvia simula precariamente el dulce azote del agua
salada
la transformación del cuerpo en agua hacia el origen de la
nada
el pasado siempre a un paso tras la espalda
tan inmenso el espacio del recuerdo, colorido
brillantemente adornado por perfumes y especias
y nosotros
como simples larvas ciegas
sin manos para atraparlo
ni piernas para regresar.
2
en un bar de Buenos Aires
a principios de septiembre, la veo pasar
no sé si son mis ojos los que engañan o la lluvia
pero su cuerpo no se ha deformado por los hijos
ni sus cabellos encanecido o su frente arrugado
con las penas de un marido que nunca mereció
porque a mí sólo estaba esperando aquella tarde entre los
bosques
mientras los micros aguardaban para volver a la ciudad
sigue bellamente estatuaria, fría y angelical
como cuando yo fijé mi vista en su pelo y le di las formas
que amé
aunque ella fuese otra tras el velo oscuro de su sonrisa
sigue hermosa a pesar de mí mismo y mi ausencia
entonces pienso que las mujeres que creaste nacieron no en
tus libros
sino en la mente del primer hombre en las cuevas
bajo una montaña donde los ríos fluyen entre trinos
cantos y risas de mujeres sacudidas por estremecimientos
esperan y dosifican el flujo del macho
matizado como animal esclavo a su servicio
a veces, me parece ver horribles formas
tras esos cuerpos desnudos que enloquecen
y perturban la serena plenitud del hombre como razón y lógica
lento caminar entre senderos elegidos
(pero ellas se cubren con la locura que provocan
la perdición es hermosa como el sol del verano
enceguece, crea secreciones y lenguas
donde no hay más que hierba y tierra seca)
ahora que lo pienso, Inés existe
la bella Inés de la completa sonrisa horizontal
la fiel amiga que es la misma en el sexo y en el día a pleno
sol
está vibrando en las últimas páginas del libro mientras
señala el cielo
(si quiere hablarle a las otras, no lo sé ni puede saberlo
nadie más
la máscara de la mujer es cara incierta y triste como la de
un juez supremo
siempre importa lo que ellas piensan, lo que dicen, hacen
en el cielo de septiembre o bajo la lluvia de julio en la
vereda)
ellas aparecen de no sé qué lugar
para irse no mucho después
y decir:
dios, hombre-dios
se van sin destellos
simplemente se van.
3
cuando el maestro nos pidió escribir sobre nosotros mismos
imaginé un futuro no demasiado lejano, donde también estaba
ausente el miedo
como siempre que lo proyectado está a una distancia probable
pero incierta
no tememos lo que vendrá la próxima semana, sino lo de esta
noche
y fue así que recordé la familia que tendría, de atreverme a
ser como Copperfield
la célula que pusiste en mi mente, sobre un libro de dibujos
que todavía perduran
como esas manchas de insectos en las pantallas de televisores
y lámparas
marcas indelebles que persisten y forman la sustancia de una
casa
alguien habría dado su reino por un caballo para sobrevivir,
según recuerdo
sé que muchos darían su pasado por ese futuro nacido un día
de otoño
en un aula con ventanales al patio de recreo
disfrutando por primera vez de una tarea de repente amena
bella como un tesoro encontrado sin obligación de devolverlo
y sobre todo exceptuado de prestarlo, único, intransferible
incomprendido por otros y por eso ocultado
dos tesoros en una tarde, tal vez fuese demasiado:
la familia del futuro
el pensar como placer
mi familia de tres hijos tenía el modelo de tu rostro y ropa
decimonónica
con escenarios del siglo veinte, un televisor arrinconado y
siempre encendido
un auto y vacaciones en la playa cada verano
mucho después la pantalla se llenó de comida arrojada por
manos furiosas
paredes con papeles desprendidos y algunos huesos rotos
la soledad se asentó en la casa
y la calle fue un asordinado criterio
para medir la distancia que me separaba de lo invisible
uno se pasa las noches creando insultos
para no sentirse aislado, rechazado
sorprendido por esas calles que de pronto
deciden eliminarnos
todos me miran como si llevara en la cara los gestos de un
mono cruel
buscando víctimas en los niños y perversión en los hombres solos
lo que ven los demás no soy, o sí lo soy y no me veo
los espejos no son libros, sino charcos de agua sucia
imagen que reconocemos particularmente familiar
el pasado fiel a lo que no supimos ver
cambiada la memoria del futuro
trasformada en otra cosa
diferente al espíritu del que uno se jacta
como si fuésemos dioses porque alguna vez
hemos tocado el feliz esqueleto del origen
renacer es el objetivo
hijos que continúen no la especie
sino el hambre que nos llevará a la comunidad individual
la compartida muerte de dos universos paralelos
que nacieron el mismo día:
el mío irreparable
el otro inconcluso.
Ilustración: Gerard DuBois
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