1
el hilo de Teseo es delgado
como la convicción humana
cuando se rompe
la bestia escucha los jadeos temerosos
gruñe y se lame satisfecha
el hombre está solo
los gritos de su amada alimentan el barro
en las paredes de la noche de piedra
cielo vacío con estrellas de hielo
en cada recodo lo espera la bestia
sabe que aunque logre matarlo
no volverá a casa
paradoja que no se explica
él, que tanta fe tuvo en su fuerza
como un río
el laberinto lo arrastrará con su pesadumbre
hacia el centro, negro pozo con dientes
boca que siempre avanza
por más que no se mueva
2
una ser que nació deforme
caminó entre bellos hombres del campo
lo amenazaron con hachas y azadas
perros ladraron en las calles
niños lo apedrearon en un coro de insultos
jueces lo encerraron y azotaron
no sin castigo puede alguien
pasear su cara muerta
vio el cráneo bajo la piel
en los rostros de quienes le hablaron con alientos hoscos
el horror de los resucitados cada mañana por el sol
entonces la criatura
fue alterando más sus formas
fue así que adquirió su cuerpo definitivo
y se escondió en sótanos como laberintos
donde murmura el nombre
que la madre no supo darle
por no hallar ninguno similar a su espanto
3
Teseo escucha los pasos del Minotauro
y en las paredes de barro cava con sus manos
cuando se encuentra con la piedra
se corta una pierna
-ha renunciado ya al infinito
espacio de vueltas y recodos-
y con el hueso erosiona la roca
lentamente y con desesperación
pero la pared también es de hueso
y no logra penetrar
pierna y cráneo se reconocen
Teseo se sabe ahora sustancia del laberinto
contempla su cara en las huellas de la piedra
mientras escucha los gemidos de la bestia
los ecos de su propia voz
en los recodos del cerebro
4
ella busca en su cesta de lanas
elige una entre tantas
Teseo la mira y se pregunta
por qué no eligió ella la más extensa
nada dice al verla atar el extremo en su dedo
él la besa por última vez
siente cómo el ovillo va girando
desenvolviendo el centro
donde el otro extremo espera como un perro dormido
se da vuelta una vez más
ella se parece a una araña
el olor de su piel lo acompañará
hasta confundirse con la suciedad y los cascos húmedos
el olor del Minotauro
el hilo azul sigue abriéndose
a veces se traba en las esquinas
Teseo lo desata
Vigilando cada posible movimiento de la bestia
el hilo se tensa
no lo fuerza, pero sigue adelgazándose
se hace fino como el chillido de un ahogado
flujos de viento
olor a cadáver en los pasillos
no ve sus propias manos
pero siente el anillo de lana en su dedo
y la ruptura, el corte
la muerte del lazo que ya no lo acepta
y ha decidido eliminarlo
5
cortar la cabeza del monstruo
salvar al mundo de su asedio
te perderás dice ella
no si extiendes tu mano dice él
tus cabellos son hebras de lino
que me sostendrán en la oscuridad
pero sabe que salvar al mundo
es reconstruir
lo que ella ha besado
detrás de esa cara está el secreto
en los laberintos del rostro
entrará a buscar al Minotauro
el aliento de su amada es fétido
pero la piel del sexo la redime
orificios como vastos canales sin salida
(si es la piel una barrera infranqueable
si los ojos son largos engaños
debe haber un sitio de entrada
buscar como navegan las naves
mares inciertos
construir mapas, guías
esquemas, niveles de valor, sendas firmes
hacia la boca que pronuncia la muerte
con aroma a especias)
ve y entra dice ella
el ovillo será rojo
lo sostendré en mi vientre
y él se zambulle en el vacío
como quien se baña en sangre
6
ciego al horror en la cara de la bestia
extiendo los brazos para palpar su pecho hirsuto
no miraré su rostro
el cuerpo y las ancas de un toro
no podrán conmoverme, pero sí
la triste revelación de la locura en sus ojos
aprieto su cabeza en mis manos
la giro con un golpe brusco y rápido
el monstruo no se defiende
me acaricia en la sucia cuna de su cueva
amarrado a la soledad y a la piedra
se hunde en mis brazos
más alto que yo
más pesado aún que todo el laberinto
con sus paredes muertas
la criatura cae sobre mis hombros
y exhala su gemido fértil
para sembrar remordimientos
7
en la entrada al laberinto
maté a mi amada
abrí su pecho con un hacha
y arranqué su corazón
seguí mi camino por pasillos grises de niebla
humo de pieles secas
que el Minotauro quema cada noche
caminé con el corazón en mis manos
goteando sangre para marcar el regreso
no hebras de lino
carne líquida sembrada de astillas
puntas de huesos que lastiman mis hombros y caderas
desnudo
busco el centro oscuro donde la bestia espera su alimento
no mi corazón
ni el lento crecimiento de mi especie
sino el viejo tronco humano
la cavidad siempre vacía
origen improbable del amor
ira fluyendo del caos inicial hacia el pecho ventoso del
monstruo
latido como hielo que se quiebra en torrentes de agua helada
la boca no es cálido refugio del invierno
es abismo
donde cien mujeres preñadas
contemplan a Teseo avanzar
como sacerdote en sacrificio
llevando el corazón de su madre
8
un laberinto
caja de resonancia
de voces que gritan llamados de auxilio
-algunas rezan
otras hacen silencio
y escuchan la ruptura del barro-
un laberinto no es una tumba
es tierra
sepulcro levantado frente a un espejo de tres caras:
el rostro que contempla el mundo espaldas al pasado
el ojo de Dios
sobre el hueco en el cráneo
mirando cómo el hombre
se pierde en el laberinto del cerebro
mientras camina avergonzado los pasillos
hay una sola entrada
ninguna salida que el Minotauro
pueda ofrecer con sus miembros deformes
sólo en los ojos pequeños
como largos e impenetrables corredores
hay una bella luz inalcanzable
Ilustración: Jules Ramey
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